La obesidad es el capullo que la persona crea, inconscientemente, para protegerse y esconderse de los problemas externos.
Las personas muy sensibles, que se dejan mortificar con facilidad, procuran protegerse tras la gordura, que representa la morbidez de un abrazo.
Muchas veces la obesidad es una forma convenientemente usada para conseguir ciertos beneficios, como atraer la compasión de otras personas, dejar de trabajar en aquello que no gusta, escapar a ciertas obligaciones que limitan la libertad e incluso poner a prueba el amor y la fidelidad del cónyuge. Una vez más vemos que el peligro está en nuestra mente, no en el mundo en que vivimos, ni en los alimentos que comemos.
Pon a “régimen” tus pensamientos y limpia toda esa amargura. Vive tranquilamente y sin sentirte amenazado. Ama profundamente a todos y percibirás que, como respuesta, recibirás más amor de los demás. Sal ya de ese capullo y toma parte activa en el mundo, a pecho descubierto y con la seguridad de que estás siendo protegido por las manos del Gran Padre.
Deja de albergar disgustos y resentimientos. Basta de discutir gratuitamente con las personas, pues cada una de ellas lucha por sus razones y puedes salir malparado. Apenas actúa con docilidad y poder y no permitas que las diferencias de vida y opiniones te aflijan.
Atención: cuanto más “tragues” y guardes disgustos, más engordará tu cuerpo.
Las personas muy sensibles, que se dejan mortificar con facilidad, procuran protegerse tras la gordura, que representa la morbidez de un abrazo.
Muchas veces la obesidad es una forma convenientemente usada para conseguir ciertos beneficios, como atraer la compasión de otras personas, dejar de trabajar en aquello que no gusta, escapar a ciertas obligaciones que limitan la libertad e incluso poner a prueba el amor y la fidelidad del cónyuge. Una vez más vemos que el peligro está en nuestra mente, no en el mundo en que vivimos, ni en los alimentos que comemos.
Pon a “régimen” tus pensamientos y limpia toda esa amargura. Vive tranquilamente y sin sentirte amenazado. Ama profundamente a todos y percibirás que, como respuesta, recibirás más amor de los demás. Sal ya de ese capullo y toma parte activa en el mundo, a pecho descubierto y con la seguridad de que estás siendo protegido por las manos del Gran Padre.
Deja de albergar disgustos y resentimientos. Basta de discutir gratuitamente con las personas, pues cada una de ellas lucha por sus razones y puedes salir malparado. Apenas actúa con docilidad y poder y no permitas que las diferencias de vida y opiniones te aflijan.
Atención: cuanto más “tragues” y guardes disgustos, más engordará tu cuerpo.
Para superar definitivamente esa dificultad en adelgazar tendrás que comprender que toda expectativa genera frustración. Por eso no te quedes a la espera de que ocurra lo que deseas, ni quieras que las personas sean como tú o te den aquello que tanto anhelas. Sal ya de esa postura de víctima y percibe el tamaño de tu propio poder. Nadie es responsable por tus flaquezas o fracasos. Todo depende exclusivamente de tu postura frente a la vida y los acontecimientos. Pasa a proceder como adulto y muestra tus verdaderos intereses a quien es importante para ti. Ten el coraje de cambiar tu comportamiento y ser tú mismo. Si no encuentras en tu memoria ningún registro cuando menos semejante al que estoy expresando, ciertamente es porque has abrazado con mucha fuerza alguna pesadumbre antigua en tu subconsciente y sigues protegiéndola, pues para él no existe el “tiempo”. Ten calma porque con él (el subconsciente) hemos de proceder despreocupadamente y mandarle mensajes positivos y constantes, hasta que él se dé cuenta de que las defensas contra el pasado son inútiles.
Extracto del libro Lenguaje del Cuerpo de Cristina Cairo
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